15 de abril: San Damián de Molokai

Imagina que desde que eres un niño sueñas con ser algo…

…continúa imaginando que poco a poco, como las cosas verdaderas, se van cumpliendo las fases de tu sueño…

…supón que finalmente acabas dedicándote a lo que pensabas cuando tenías 8 años…

Y que te mandan a trabajar a Hawái.

Pon que ese sueño era ser misionero.

Pues esa es la vida, muy, muy resumida, del Padre Damián.

Nació en 1840, en Tremeloo, Bélgica.

Pidió permiso a sus padres (estas tradiciones se han perdido ya absolutamente) para entrar al seminario.

Entró y terminó todo con notazas y…

…se puso malo el cura que tenía como destino Honolulu y le mandaron a él.

Qué tío más sortudo, pensarás.

Y no estarás desencaminado en absoluto: pero vamos a coger la carretera secundaria de su vida para darnos cuenta de lo que es la GRACIA.

El tema empieza así: Honolulu, interior del obispado, despacho del obispo…

“A ver, Damián, sí, te vamos a ordenar y otra cosa, hay una isla aquí cerca, llena de gente, donde creemos que puedes estar la mar de bien”. Esto el obispo.

Y Damián: “Genial, ¿cómo se llama?”

“Pues ahora mismo no lo sé, ¿sabes? Aquí los nombres son un poco raros pero me han dicho que tiene unas flores y unos cocoteros espléndidos…”. El obispo vendiendo guay la misión.

Damián emocionaó: “Fruta, me encanta”

“Lo único, una cosita de nada, no tenemos casa allí… Oye, frío no dicen que haga y  tampoco han dicho que haya bichos demasiado grandes, y…”

“Ya me las apañaré. Dios proveerá, ¿cuándo sale el barco?”. Damián muy a tope.

“Mañana, mañana mismo. Toma un diccionario de lo que hablan allí porque con tu francés e inglés básico va a ser complicado…”

Las primeras noches durmió debajo de una palmera.

Al mes, construyó con ayuda de algún campesino una pequeña capilla de juncos y paja.

Dos años después, casi toda la isla era ya católica.

Entonces Damián conoce la dura realidad de una enfermedad incurable.

Molokai

La lepra.

Estos enfermos impresionan sobremanera a nuestro protagonista.

Sobre todo a raíz de que un decreto les obliga a recluirse a todos ellos en una isla, por temor al contagio del resto.

Esta medida brutal ha sido llevada a cabo durante mucho tiempo por gobiernos de todo tipo y en lugares diferentes del mundo.

Este artículo cuenta como en muchos casos ha sido la Iglesia Católica la que se ha encargado de este tipo de misión:  https://www.jotdown.es/2021/04/los-leprosos-de-culion/

Damián, con 33 años, pide al obispo ir de voluntario a Molokai, la isla donde confinan a los leprosos.

Deseo concedido, embarca en 1873 junto a 50 leprosos, rumbo al lugar del que no regresaría.

Damián con 33 años.

Damián encontró Molokai como si fuera el mismo infierno.

Todo el mundo tenía la enfermedad.

Los hombres se pasaban el día bebiendo una bebida alcohólica que fabricaban ellos mismos.

Las mujeres y los niños eran víctimas de abusos constantes.

Era un lugar donde no había sitio para la esperanza.

Pero Damián lo primero que piensa es construir una iglesia.

Imagina el infierno en un sitio así.

Pero habíamos dejado a Damián construyendo una iglesia: cosa que logró; la llamó Santa Filomena, patrona de las causas desesperadas y de los enfermos sin remedio.

Iglesia de Santa Filomena en Molokai, en la actualidad.

Apenas estaba él y alguna monja más para dar ayuda de todo tipo a estos enfermos.

Así que a eso dedicó su vida.

¿Qué otra cosa podía hacer? Dios le había dado lo que él le había pedido de niño.

Le había enseñado a Cristo: cara a cara. Y Damián lo había reconocido.

Miradle que feliz y contento con su hábito de los Sagrados Corazones.

En 1885 contrae lepra. De todos modos, mucho antes, cuando habla en sus cartas de Molokai se refería a todos como “Nosotros, los leprosos”.

En 1887 escribe al hermano Pánfilo (que lo sustituiría a su muerte):

«Continúo siendo el único sacerdote en Molokai. El padre Columbano y últimamente el padre Wendelin Moellers son los únicos hermanos que he visto desde hace dieciséis meses. Por tener tanto que hacer, el tiempo se me hace muy corto; la alegría y el contento del corazón que me prodigan los Sagrados Corazones hacen que me crea el misionero más feliz del mundo. Así es el sacrificio de mi salud, que Dios ha querido aceptar haciendo fructificar un poco mi ministerio entre los leprosos, lo encuentro después de todo bien ligero e incluso agradable para mí, atreviéndome a decir como San Pablo: «Estoy muerto y mi vida está escondida con Cristo en Dios»».

El Padre Damián muere el 15 de abril de 1889.

En Madrid tenemos una calle que lleva su nombre, desemboca en el Bernabéu y en una plaza que se llama Sagrados Corazones.

Acordaos de San Damián de Molokai cuando paséis por allí.

Damián en su lecho de muerte.

San Juan Pablo II le beatificó un domingo de Pentecostés.

Benedicto XVI le hizo santo en 2009.

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