Cuántérrimas cosas se pueden contar de un santo tan popular, sobre todo en Roma, donde es el patrón. Pensadlo bien: patrón de Roma. No sé ni por dónde empezar.

Personalmente, lo que más me llama la atención de Felipe Neri, es la relación que tenía con Dios. Rezaba todos los días para que se le concediera un gran corazón y así fue literalmente: según la tradición, al morir, vieron que de lo grande que lo tenía, había rotas varias costillas.

Había nacido en Florencia en 1515 pero muy pronto, antes de cumplir los 18 años, emprendió un viaje a Roma al sentir un nosequé mientras rezaba en el convento de San Marcos y de allí no saldría en toda su vida.

Y qué vida.

Fra Angelico 043.jpg
En el convento de San Marcos fue monje Guido di Pietro, que ha pasado a la historia con el nombre de Fra Angelico, y allí tiene algunos frescos impresionantes, como esta Anunciación que precede su obra maestra, la gran Anunciación de El Prado. Fra Angelico, por si no lo sabíais, es beato de la la Iglesia católica

Felipe tenía sus contactos y es por un tío lejano que le dejan durante un tiempo alojarse en una buhardilla, en plan mochilero. En realidad, nuestro santo, que había ido a Roma por intuición y no sabía muy bien qué hacía allí, se pasaba rezando todo el día en la iglesia de San Eustaquio o se iba a las catacumbas de San Sebastián a ver si Dios o la Virgen le decían qué hacer.

Por lo demás su dieta consistía en pedruscos de pan y aceitunas.

La primera luz que vio fue la de ponerse a estudiar Teología pero tras el saqueo de Roma (1527) por parte de los lansquenetes de Carlos V (herejes luteranos mercenarios que dispusieron de la Capilla Sixtina como establo) vio que la ciudad se había sumido en la depravación y decidió consagrarse a re-evangelizar a los romanos.

ANIMALES DE ROMA
La iglesia de San Eustaquio tiene este ciervo en lo alto de su entrada principal: debido a que los romanos son como son, y también debido a la cornamenta que gasta el ciervo, pocos son los que se casan allí. No comments

Pero a ver cómo os explico yo cómo daba catequesis Felipe Neri.

No iba como un loco a llamar a la conversión a quien veía extraviado. Ni iba llorando si nadie le hacía caso. Ni lanzaba diatribas en plan «vais a arder todos en la caldera de Satán».

Iba haciendo chistes. O juegos de palabras. O bromillas en plan: «¿será hoy el día, querido Girolamo, en el que nos convertiremos?» o «mira que somos malos cristianos Gianpaolo, no sé cómo nos soporta la gente de nuestro alrededor».

Así a la tontería se iba haciendo famoso, sobre todo por su barrio. Pronto su rara forma de anunciar el evangelio llegó a las altas esferas, Roma puede ser un poblachón cuando quiere.

«Y este que no es ni cura, ¿qué hace hablando a la gente de la Esperanza, de la Fe y de la Caridad y de que la Caridad las supera a todos? ¿Quién se ha creído? ¿San Pablo?». Y es que la curia del S. XVI era para echarla de comer a parte: eran más príncipes que papas o cardenales, esto es así, pero porque la mayoría habían sido educados para ser príncipes.

El príncipe - Wikipedia, la enciclopedia libre
En 1513 había sido distribuida la obra de Maquiavelo llamada «El Príncipe» que describe las cualidades (buenas y no tan buenas) que debía tener un buen mandatario. Muchos de sus modelos fueron papas o cardenales

Felipe Neri no quería, por humildad, ni ser ordenado sacerdote pero como le decían que quizá fuera lo suyo dedicándose a lo que se dedicaba pues se ordenó en 1551. «Pues vale, me ordeno» debió decirle a su confesor.

«Pero yo, lo que prefiero, es el Paraíso». Esto sí que os suena, ¿verdad?

Unos cuantos curas de barrio fundaron junto con él una especia de congregación en la que daban catequesis y charlas sencillas a los iletrados romanos. «Hermanos, es que vivir en Roma, lugar del martirio de Pedro y Pablo, y encontrarte con gente que no sabe ni quienes son…» Felipe Neri, tan contento, había encontrado una vocación y una misión sin proponerse ninguna de las dos cosas.

En 1564, el papa Pío IV, pidió a nuestro santo que se encargara de la iglesia de San Juan de los Florentinos.

Qué suerte tenía siempre el tío: le tocó la parroquia de Roma donde iban todos los florentinos que vivían en Roma.

Cómo me gusta esta foto antigua de la iglesia de San Juan de los Florentinos. Igual no es muy conocida pero en su construcción estuvieron implicados Jacopo Sansovino, Antonio da Sangallo el Joven, Miguel Ángel, Giacomo della Porta, Carlo Maderno, Pietro Cortona y Borromini. Te sale un equipazo mejor que el de la selección italiana actual

En 1575 les aprueban definitivamente su congregación del Oratorio. Cuántas vueltas tuvieron que dar… Los cardenales es que no eran muy amigos de sus excentricidades y le dijeron que sí pero que se buscara la vida: le otorgaron una iglesia en ruinas y le dijeron que no le iban a ayudar con mármoles y demás.

«¿No ves que nosotros los tenemos que quitar de los foros y todo?». Un poco agarraos los cardenales, para qué os voy a a engañar.

El tema es que debajo de la iglesia nueva que le dieron, Santa María in Vallicella, encontraron sorprendentemente una cantera con los materiales que necesitaban para la construcción. «Claro, si esto ya lo tenía yo rezado, hermanos» Felipe Neri no se preocupaba de que le estallase el corazón, se iba a preocupar de los materiales de una obra…

El Oratorio de San Felipe Neri es una cosa mega importante. Se dedicaban a la oración, la predicación y la administración de los sacramentos, sí, pero atendían a numerosos niños que había por las calles y que iban tras un cura que hacía números circenses o les llamaba a que se disfrazaran o hicieran teatrillos por la calle.

«Felipe, contrólate, que está mirando el cardenal Della Rovere» le decía algún compañero sacerdote. «¿Cardenal qué? Ahora le voy a saludar». E iba.

Archivo:Oratorio dei Filippini Rome.jpg - Wikipedia, la enciclopedia libre
No les quedó mal la obra a los Filippinni. Claro que si el arquitecto es Borromini poco puede salir mal…

Podríamos hablar mucho más de San Felipe Neri porque en cada esquina del centro de Roma se cuenta una anécdota sobre él. Algo parecido ocurre con el sitio de la muerte de Julio César, que en todos lados parece que fue: «aquí se apoyó, aquí le metieron una estocada, aquí se desplomó».

Pobre Julio César.

Pero tenemos que parar porque hay santos que es mejor descubrirlos cada uno a su manera. Para mí este es uno de ellos: jamás vas a conocerle bien si no visitas dónde estuvo, si no te tomas una pizza en Campo dei fiori o en Piazza Navona, si no estás un día del Corpus Christi en la iglesia que levantó de las ruinas por intercesión de la Virgen (apenas hemos hablado de la Virgen y su relación con Pippo Buono, vaya fallo).

Murió, precisamente, un día de Corpus, en 1595. Un 26 de mayo, claro. Su tumba está en la iglesia de la congregación. Fue canonizado por Gregorio XV por la vía rápida en 1622 junto a San Isidro, San Francisco Javier, San Ignacio de Loyola y Santa Teresa de Jesús.

Qué tino este Papa.

Refiriéndose a sus compatriotas, el poeta Lope de Vega los describía así:

«un labrador para humildes; un humilde para sabios; un sabio para gentiles; y una mujer fuerte para la flaqueza de las que en tantas provincias aflige el miedo»

Y es que quien vale, vale.

Y si no, coge Dios de lo que no vale, y te saca un San Felipe Neri.

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