24 de mayo: San Simeón Estilita, el Joven

(A la memoria de Anita, madre de Santiago, de la 2ª Comunidad)

Cuesta creer que existieran personas que hicieran lo que hacían cierto tipo de anacoretas.

Que nos pueden parecer zumbaos sin más ni menos, que no digo que no. Que incluso a los espíritus más rectos se les pueda escapar un «flipao» y quedarse tan anchos cuando ven ciertos comportamientos.

Pero hemos venido a aprender, y a veces, no voy a decir siempre, pero a veces, se pueden aprender cosas de esos que menospreciamos con el nombre de «flipaos».

Hoy venimos a hablar de los estilitas. Y más concretamente de uno que celebramos los 24 de mayo, cuando todavía no hay que quitarse el sayo. Hoy venimos a hablar de San Simeón Estilita, apodado el Joven.

Simeón el Estilita - Wikipedia, la enciclopedia libre
De San Simeón Estlita, el Viejo, ya hablamos otro día porque crea escuela. Es un tipo tan importante que hasta Luis Buñuel hizo una película de su vida. ¡Y buena! Un comunista hizo una de las mejores películas de un santo jamás rodadas

Simeón había nacido en Antioquía y su madre, Marta, terminó también de santa. Uno de sus méritos principales fue dar a luz a este hombre del que hoy hablamos.

Es el año 517 y el anacoretismo está muy de moda: los desiertos están petaos de monjes que pueblan sus cuevas y recovecos, el demoño les tienta a base de bien, se van organizando cada vez mejor (esto es, sin parecer hippies) y San Benito acaba de escribir la regla benedictina.

¿Podemos calificar esta época de edad de oro para ser monje? Podemos. Y debemos.

Pero para algunos no es suficiente.

A Simeón, sin que ni siquiera se le hayan caído todos los dientes de leche, se le ocurre subirse a una columna y quedarse a vivir allí. En oración y ayuno.

Torre de estilita y Edificio cuadrado, Umm er-Rasas. Art Destination  Jordania
A ver, que estos sitios existieron, que no fue un pionero de nada Simeón, que ya a otros se les habían ocurrido estas cosas

Me imagino yo a la madre del niño. Al menos me imagino a la madre de un niño en la actualidad:

«Enriquito Sánchez Martínez baja ahora mismo de ahí que de las lentejas no te libran ni setenta misterios del Rosario».

«Estoooo, mamá, que no es por las lentejas ni por que no me habéis comprado las Nike air, que es porque creo que es necesario para la gente de alrededor que vean a un niño rezar y pedir por todos ellos. Y por alejarme de este mundo, que está rematadamente mal». Este es Enriquito jugándose una buena dosis de vacuna astrazeneca a base de zapatillazos.

El tema es que la madre de Simeón, desde un comienzo, le apoyó. Le llevaba comida y se la subían con un cubo. Luego Simeón comía lo que comía: saltamontes y esas cosas, fue dejando la carne poco a poco y se tiró a las hierbas, cuanto menos apetecibles, mejor.

La fama de nuestro Simeón se extendió por la zona, porque además, de vez en cuando encadenaba milagros bastante locos, todo desde las alturas de su columna. Mucha gente (también mucha gente rara) venía a quedarse ahí a verle, a escucharle (eso cuando decía algo) y a ver si le caía alguna pedrea en forma de milagro o gracia.

Siria milenaria / fotoAleph
¿Veis esa especia de menhir? Pues era una de esas columnas a las que se subían los estilitas. Se han quedado así porque las gentes, que son muy suyas, se llevaban trozos o de tanto toqueteo pues las erosionan. Cómo somos

Tanto es el prestigio que Simeón, ya más crecidito, discierne que hay que hacer mudanza: busca un sitio nuevo donde asentar y una columna nueva también. Elige unos discípulos que le acompañen y lo monta todo con la aprobación de dos obispos.

(Estos mismos obispos le llevan en procesión hasta su nueva localización, cómo debía de ser el bueno de Simeón. Que no le vale que un obispo le diga que «ok, buena excentricidad, hermano» sino que le parece que una buena procesión con él en brazos de dos obispos es lo suyo)

A los 33 años le nombran sacerdote sin bajarse de la columna, y desde allí arriba da misa y sigue curando enfermos y dando consejos a algún agraciado.

No es un cuento, hermanos. Aunque lo parezca.

Que San Juan Damasceno habla de él. Y también un historiador sirio llamado Evagrio.

Cuentan que profetiza quién va a ser emperador bizantino cuando estos no duraban ni dos días:

«A Justino II le va a suceder Justiniano». Y pasaba. «Y Juan el Escolástico va a ser su obispo de cabecera». Bingo.

«Simeón, a partir de ahora que pinten mi icono con Jesús de este porte». Sí, a Simeón y a otros estilitas se les hacían estos encargos desde las alturas

En el 592 Simeón se puso muy malito. El patriarca Gregorio de Antioquía fue a ver si podía socorrerlo o llevarle a uno de sus palacios pero cuando llegó yacía en lo alto de su stylos (de ahí estilita, en griego, stylos es columna).

Estas cosas pasaron en Siria hace 1500 años. Muy poco después llegaron los omeyas y sepultaron toda esta cultura cristiana que mucha gente desconoce y que trata como fábulas.

Pero a saber la cantidad de oraciones e intercesiones que llegaron a hacer los estilitas. A saber que habría pasado si su madre Marta le hubiera dicho a Simeón que la comida se enfriaba y que bajara de ahí.

La vida puede ser maravillosa.

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