Al rey de Castilla y León, Fernando III, se le apoda «el Santo» con mucha razón puesto que fue canonizado en 1672 por el papa Clemente X.
Tiene una historia digna de serie de HBO pero, claro, vivimos en un país que se sabe vender muy muy mal y nos conformamos y flipamos con Juego de Tronos y sus dragones.
Como casi todos los personajes históricos importantes, y ya puestos, como la práctica totalidad de los santos existentes, no estaba destinado a ser ni rey ni nada que se le pareciese.
Imaginaos ya santo.
Lo primero que hay que decir es que es hijo de Alfonso IX, rey de León, y de doña Berenguela, hija primogénita de Alfonso VIII de Castilla. Y que además, su bisabuela fue nada más y nada menos que una de las mujeres más importantes de toda la Edad Media; Leonor de Aquitania. «Oye, pero has dicho que no estaba destinado a ser rey ni ná y está emparentadísimo con la crème de la crème».
Sí, pero no: tenía por delante a bastante gente, cosas de familia. Además, resulta que al papa Inocencio III le da por declarar nulo el matrimonio de sus padres, ya que eran tío y sobrina de sangre (cosas peores se han visto) y se pasa toda la juventud viviendo una temporada con uno y otra con el otro.
En el Reino de León, cuando estaba con su padre, le llaman el castellano. Cuando está en Castilla, sus compañeros de juegos, le llaman el leonés.
Pero la providencia hace que se le despeje el camino en dos ocasiones para acceder al trono.
Primero, cuando tiene 16 años, muere el que ha heredado Castilla jugando al pilla-pilla en el patio del palacio arzobispal de Palencia; su hermanastro Enrique I, que contaba 13 años. Su madre Berenguela se encarga de que la corona pase a su cabeza porque Berenguela era mucha Berenguela.
«Me han chafaó un matrimonio por una tontada, el ser madre de un rey no me lo van a fastidiar». Ya teníamos a Fernando rey de Castilla.
Más tarde, en 1230, su padre, con el que estaba enfrentado porque tenía fama de envidiosete, muere repentinamente y la corona del reino leonés queda en el aire porque este reino estaba ya que no se tenía en pie y estaban todos enfrentados entre sí.
Fernando tira de contactos para ser el elegido, porque Fernando, además, tenía un plan. Unir, por fin, los reinos de Castilla y de León y hacer la Reconquista como debía hacerse: todos juntos y bajo un único mando.
No hubo más que hablar.
A todo esto, os estaréis preguntando que por qué esa fama de santo si estaba de intrigas palaciegas todo el rato.
Hemos sido demasiado detallistas en sus movidas pero apenas hemos dicho que Fernando lo rezaba todo muchísimo y que no tomaba una decisión sin haber se encomendado a la Virgen, a Cristo o al santo que correspondiese.
Encabezaba sus cartas con un convincente: «Caballero de Jesucristo, Siervo de la Virgen Santísima, y Alférez del Apóstol Santiago». Que no ponía lo de todos sus títulos, que bien podría, pero prefería lo otro. No como Daenerys de las tormentas y madre de dragones y lo que sigue…
Por si fuera poco fue el rey que comenzó la construcción de la Catedral de Burgos y fundó la Universidad de Salamanca, la más antigua universidad española y la tercera de Europa.
Si todavía os sabe a poco, cuando tuvo que guerrear, guerreó. Inocencio IV le apodó: «Campeón invicto de Jesucristo». Y es que lo fue: reconquistó, entre muchos lugares más, Jaén, Córdoba y sobre todo Sevilla.
En estas dos últimas ciudades, convirtió la mezquita existente en catedral, y dedicada, con todos los honores a Santa María. Fernando es que decía que había sido la Virgen la que le había dicho cómo y cuándo atacar y que a ver cómo no le iba a dedicar una catedral. ¡Qué menos!
Fernando III murió el 30 de mayo de 1252 en Sevilla. Y allí reposan sus restos, debajo de la Virgen de los Reyes (que le regaló su primo francés, y también santo, San Luis IX). Su cuerpo permanece incorrupto.
Su epitafio resume su vida:
«AQUI YACE EL MUY ONRADO HERNANDO SEÑOR DE CASTIELLA, E DE TOLEDO, E DE LEON, E DE GALICIA, DE SEVILLA, DE CORDOVA, DE MURCIA, DE JAHEN, EL QUE CONQUISSO TODA ESPAÑA, EL MAS LEAL, EL MAS VERDADERO, EL MAS FRANCO, EL MAS ESFORZADO, EL MAS APUESTO, EL MAS GRANADO, EL MAS SOFRIDO, EL MAS HOMILDOSO, EL QUE MAS TEMIE A DIOS, EL QUE MAS LE FAZIE SERVICIO, EL QUE QUEBRANTO Y DESTRUYO A TODOS SUS ENEMIGOS, EL QUE ALZO E ONRO TODOS SUS AMIGOS, E CONQUISSO LA CIUDAD DE SEVILLA, QUE ES CABEZA DE TODA ESPAÑA, E PASSO EN EL POSTRIMERO DIA DE MAYO, EN LA ERA DE MIL E CC E NOVENTA»