(Véase siempre antes SANTA MÓNICA)

Existe una ciudad en Algeria cuyo escudo oficial tiene un olivo, un birrete episcopal y una inscripción en latín.

Labuntur anni illa viret. O lo que es lo mismo «pasarán los años y mantendrá el vigor».

Se trata de la ciudad natal de San Agustín, Tagaste (hoy Souk-Ahras), y sorprende que en un país donde se han asesinado cristianos hace bien poco (Carlos de Foucault o los monjes de Tibhirine como ejemplos) conserve los símbolos de un santo cristiano 1500 años después.

Pero es que San Agustín es mucho San Agustín.

OAR PSNT - Un paseo por la ciudad natal de san Agustín
Ahí lo tenéis: no sé si habrá un caso igual en la zona

En tiempos de Agustín (mediado el S. IV) esa zona era ya la provincia romana de Numidia y estaba habitada fundamentalmente por bereberes.

Cuentan que los bereberes son los descendientes de Berr (hijo de Cam, que fue hijo a su vez de Noé) y que jamás dejaron de ser nómadas. Se adaptaron bien al desierto y en tiempos de los romanos ahí seguían.

Y bueno, todavía siguen. Ellos encantaos.

La mirada de un bereber esconde una mezcla de tristeza, sabiduría y antigüedad

Agustín creció en una familia más o menos acomodada y además siendo el ojito derecho de su madre, a la postre Santa Mónica.

Enseguida destacó enormemente en los estudios pasando de la retórica a la filosofía, e incluso leyó a algunos autores cristianos.

Lo mezclo todo, al estilo de los martinis de James Bond («shaken, not stirred», osea agitado, no mezclado), y se enroló en una secta maniqueísta que, bueno, por enmendarle un poco la plana a Agustín, era una cosa que estaba en ese momento bastante de moda.

También hay que comentar que la vida de nuestro santo en su juventud fue, usando un eufemismo, licenciosa.

No escatimó en juergas toreras ni en conocimientos carnales varios. Fruto de estos desmanes nacería su hijo Adeodato, cuya apariencia de nombre horrendo esconde un significado profundo: don de Dios.

HISTORIA DEL ARTE : temas, imágenes y comentario: ** EL BOSCO. El Jardín de  las Delicias
Podemos decir que San Agustín vivió a tope el panel central de El Jardín de las delicias (1515), de El Bosco. Para que nos entendamos: que el mundo tiró mucho de él

Lo del maniqueísmo, Agustín se lo tomó en serio. No era un hombre de medias tintas, como veremos.

Como era tan listísimo, estaba muy angustiado con «el problema del mal». Así, en general. Con su cabezón, que lo abarcaba todo, quería dar salida a problemas filosóficos muy gordos, pero erraba el camino.

En sus Confesiones dirá:

«Buscaba yo por el orgullo lo que sólo podía encontrar por la humildad. Henchido de vanidad, abandoné el nido, creyéndome capaz de volar y sólo conseguí caer por tierra»

Tenía un carácter también bastante bronco y discutía por todo. Era un pollos, San Agustín.

«Esta sopa está fría» decía. «Pero Agustín, jolín, que acaba de salir de la olla…» le decía un amigo. «No, está fría, la sopa hay que servirla a…» y continuaba así un discurso eterno sobre los grados exactos a los que hay que servir una sopa.

No tardó en abrir una escuela de retórica. Allí se peleó con un tal Fausto y decidió irse a Roma porque Cartago o Tagaste se le quedaban pequeños.

Curiosidades - ARAMO FILOSOFÍA. Departamento
La escuela de Atenas (1510) de Rafael adorna una de las estancias papales de El Vaticano. San Agustín era un loco de los filósofos griegos, que aquí aparecen en sus ejemplos más importantes. También aparece Federico II Gonzaga, marqués de Mantua, que fue quien pagó en gran parte al pintor…

En Roma, como no, se picó porque sus estudiantes se cambiaban de academia haciéndole un simpa y cogió los bártulos y tiró hacia Milán, donde había oído maravillas del obispo, que no era otro que el futuro San Ambrosio.

A todo esto, su madre, Santa Mónica, iba tras él portando a Adeodato para implorarle que cambiara de vida y se convirtiera.

Pero era el juego del gato y el ratón. Hasta Milán, of course.

Santa Mónica rogó a San Ambrosio que hablara con su hijo, a ver si había algo que hacer con él.

San Ambrosio, que era muy largo, le entró así:

«Agustín, oye, he oído que te gusta mucho leer a los filósofos griegos. Tengo unos pergaminos de Plotino que seguro que no has leído». San Ambrosio en plan camello bibliófilo.

«Eso hay que verlo» le dijo Agustín. Y entre plotinos, diógenes y platones Ambrosio le fue dando también a leer las cartas de San Pablo, los evangelios y le hacía hablar con discípulos suyos (un tal Alipio, un tal Ponticiano) que le hablaban de las vidas de San Antonio o de conversiones como la de Victorino, contada por San Simpliciano.

San Agustín tenía un paladar muy exquisito.

Enéadas - InformaValencia - Diario digital valenciano
Plotino, también un norteafricano como San Agustín, impresionó sobremanera a nuestro santo, que se decidió filosóficamente hablando por el neoplatonismo del que era máximo exponente el susodicho. «Platón me llevó al conocimiento del verdadero Dios y Jesucristo me mostró el camino» dejó escrito

Un día, atormentado como estaba con tanta catequesis que estaba recibiendo, decidió bautizarse. Pero eso sí, preparándose concienzudamente.

«Esto hay que hacerlo bien» les dijo a todos.

Santa Mónica encantada, viendo que sus sufrimientos habían tenido recompensa. Y san Ambrosio también, que había sabido cómo ganarse a Agustín.

El Bautismo de San Agustín por San Ambrosio (1690) de Louis de Boullogne. A San Agustín le bautizó San Ambrosio en la Pascua del año 387

Ya nada será igual para nuestro protagonista.

Todas las dudas, ralladas y quebraderos de cabeza habían tenido la respuesta de Cristo, ante el que Agustín se había rendido.

Me recuerda a Tim Guenard, un hombre que escribió un libro esperanzador, y donde relata por todo lo que pasó hasta tener este encuentro con Cristo:

«Es preciso dejar reposar el estiércol, esperar a que seque, a que se descomponga lentamente. Con el tiempo se convierte en algo maleable, inodoro, ligero, fértil.

Entonces da las flores más bellas y los brotes más hermosos.

Dios se vale de nuestro pasado como si fuera estiércol para nuestras vidas. Para hacernos crecer. Pero si dejas la cabeza en tu pasado, un pasado aún demasiado caliente, te asfixia.

Hay que dejarlo reposar.

Poco a poco, se descompone en nosotros lo que está mal por la acción del tiempo y de la gracia.

Hemos de amar lo que nos daba vergüenza y nos parecía innoble. Este estiércol se convertirá en fuente de fecundidad.

Nuestro pasado, nuestro sufrimiento, nuestros infiernos, nuestros gritos, son el aspecto que adquiere el canto en la lengua de los pobres.

No se puede ser hoy sin haber sido ayer.

Quienquiera que seas, cualesquiera que sean tus heridas y tu doloroso pasado, nunca olvides, en tu memoria magullada, que te espera una eternidad de amor».

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Podríamos entretenernos contando como al volver a su Tagaste natal se hace monje asceta, como fue ordenado en Hipona sacerdote, diócesis de la que luego sería hecho obispo.

Podríamos contar todos los enfrentamientos por defender la verdadera FE que tuvo con toda clase de sectas. A él se la iban a dar con queso los maniqueos, donatistas, arrianos, pelagianos o priscilianistas.

Podríamos, también, hablar de sus Confesiones y del fragmento más emocionante de todos:

¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva,
tarde te amé! y tú estabas dentro de mí y yo afuera,
y así por de fuera te buscaba; y, deforme como era,
me lanzaba sobre estas cosas que tú creaste.

Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo.
Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que,
si no estuviesen en ti, no existirían.

Me llamaste y clamaste, y quebraste mi sordera;
brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera;
exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo;
gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti;
me tocaste, y deseo con ansia la paz que procede de ti.

Podríamos. Pero todo palidece ante la conversión del hombre más culto de su tiempo. La transformación de una vida perdida en una vida nueva. El buen combate de la FE.

San Agustín murió en el año 430, cuando los vándalos cercaban Hipona. Su cuerpo descansa en la catedral de Pavía desde el 725.

Dante, en la Divina Comedia, le colocará en el cielo, junto Santo Tomás de Aquino, San Buenaventura y San Alberto Magno. Todos doctores de la Iglesia.

Y, ahora, si tenéis un rato ved esta entrevista a Mikel Azurmendi. Ex-colaborador de ETA, profesor universitario y uno de los intelectuales más importantes que ha dado este país en los últimos años. Murió hace unos días y yo creo que cuenta, con acento vasco, lo que experimentó San Agustín al convertirse. Lo cuenta porque es lo que vivió él. Presenta el obispo Munilla así que no hay excusa

Me voy antes de que alguno al que le haya caído en selectividad San Agustín se cansé de leer.

2 comentarios

  1. Me ha encantado el testimonio de este hombre. Me atrevería a resumirlo, aunque él no lo dice con estas palabras, en que el verdadero milagro de Jesús es la Iglesia, un pueblo de personas cuyas vidas han sido transformadas. El verdadero milagro de Jesús, no es solo que resucitó, sino que NOS RESUCITÓ con Él y, a través de los cristianos, nos podemos encontrar con Jesús que vive y habita en ellos permanentemente.
    Gracias, David, por hacernos llegar este testimonio.

  2. Impresionante David, la vida y conversión de San Agustín y su madre Santa Mónica .
    Dos testimonios tan antiguos y tan actuales a la vez.
    Gracias por facilitarnos su lectura.

    Gracias por escribir!

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