A ver cómo nos organizamos hoy que hay mucho trabajo y es fin de semana.
Empecemos afirmando que hoy NO se celebra la fiesta de este santo francés del s. XI.
«Vamos a ver, hermano, entonces, ¿por qué no estamos hablando de San Donnan o de San Acacio que sin duda sí se celebran hoy?»
A lo que humildemente contestaré: «San Roberto, como el cerdo, cuarenta sabores tiene, todos buenos».
Empecemos por el principio; Roberto nació sobre el año 1029 en Champagne. Champagne es una antigua provincia francesa famosa por fabricar la famosa bebida y por albergar la ciudad de Reims, en cuya catedral se coronaba a los reyes de Francia.
Otro día echamos un ojo a la catedral de Reims que, madre mía, tela marinera.
De Roberto hasta conocemos los nombres de sus padres: Thierry y Ermengarde.
Con 15 años cogió el petate y fue a Troyes, para entrar de novicio en el monasterio de Saint Pierre. Le debieron ver preparado y demás porque acabó de abad allí.
Es entonces cuando empiezan a pasar cosas. Cosas buenas o interesantes, no penséis mal.
A pesar de ser muy buenecico y tal, Roberto tenía sus manías. Era muy del «team benedictino» (su orden) pero veía que se estaban relajando las formas bastante y que a muchos monjes les gustaba demasiado el vino y las mujeres.
Tenía a gente de su parte pero, claro, más bien fuera de la orden. La mayoría eran ermitaños que vivían en el bosque y que le pedían insistentemente que se fuera con ellos.
«Roberto, que Saint Pierre no va a ningún sitio, que lo sabes, que no paráis de banquetear».
Pero Roberto nada, esperando que Cristo iluminara lo que tenía que hacer.
Y así fue. Dos ermitaños de los del bosque pensaron que para fundar algo nuevo pues había que pedirle permiso al que más mandaba en la Iglesia. En este caso al papa Gregorio VII. Peregrinaron a Roma y milagrosamente fueron recibidos (las pintas debían ser curiosas) y más milagrosamente fueron escuchados.
Podían fundar un nuevo monasterio a las órdenes de Roberto. Así que, con la bendición papal, fundaron en 1075 un monasterio en Molesmes.
Es importantísimo Molesmes porque aunque ha perdido prácticamente toda su importancia fue el primer monasterio cisterciense del mundo y a su alrededor crecieron abadías de una importancia máxima. Una de ellas, la de Citeaux, da nombre a la orden que ni siquiera sabían que estaban creando.
La orden del Císter fue iniciada por uno de los grandes santos de la historia de la Iglesia: San Bernardo, que un siglo después supo ver que lo que había hecho Roberto era el camino a seguir.
Por poner un ejemplo, por Molesmes pasó un tal Bruno, que también andaba dándole vueltas a una idea de monacato fiel de verdad al Evangelio y se puso bajo la tutela de Roberto. Poco después este monje tímido pero enérgico fundó en Chartreux un monasterio, y poco después una orden, que llevó el nombre del monasterio mismo, los cartujos. Por cierto, Bruno también fue santo.
También lo fueron Alberico, el segundo abad de Molesmes, y Esteban Harding (que por cierto conmemoramos hoy también), el tipo que de alguna manera redactó los estatutos del Císter.
Roberto murió casi con 100 años un 17 de abril. Por eso se celebra(ba) su fiesta ese día.
¿Qué pasó? Pues que benedictinos y cistercienses lo reclaman para sí (no me extraña) y acaba instalándose su fecha el 29 de abril. Pero a saber dónde estamos el 29 de abril, y qué leches, seamos un poco rebeldes como él y celebremos hoy a San Roberto de Molesmes.
¿Verdad que había hoy mucha tela que cortar?