Ahí le tenéis. A la izquierda del todo. Bastante discreto. Pero recibiendo EL PREMIO. La corona del martirio. Y nada menos que de manos de Cristo.
¿Cómo llega un tipo del que no conocemos ni el origen, del que dudamos incluso del siglo en el que vivió, a llegar a presidir una de las iglesias más espectaculares del arte bizantino?
¿Cómo es que este mismo hombre, junto a su mujer y sus dos hijos, haya llegado a ser santo?
Bien, como íbamos contando, sabemos que Vital fue mártir. También sabemos que su mujer, Santa Valeria, y sus hijos, San Gervasio y San Protasio, lo fueron de igual manera.
También sabemos el cómo: fue una sucesión de acontecimientos.
Vital acompañaba a Urscinio. A este último, por cristiano redomado, le decapitan. Vital va por la noche a recoger el cuerpo y darle una sepultura como Dios manda pero tras hacerlo es arrestado y por no contar dónde había enterrado a su amigo es torturado y echado a un pozo. En ese mismo pozo es sepultado entre piedras.
Valeria, su mujer, pues que quiere el cuerpo, claro que sí. Pero es aconsejada para que marche a Milán a refugiarse. Se va pero por el camino se encuentra unos paganazos que la dicen que sacrifique nosequé al dios Silvano.
«Yo no sacrifico cosas a ningún dios de tres al cuarto, y menos a uno que se llama Silvano» contesta Valeria.
La consecuencia es que muere golpeada siendo ella la sacrificada.
Los hijos, los pobres, huérfanos en tres días, deciden vender todos sus bienes e irse a vivir de eremitas, dedicados únicamente a la oración. Diez años después, Gervasio y Protasio, caen víctimas de otra persecución contra los cristianos y también mueren mártires.
No sabemos el cuándo, esto es así, por que San Ambrosio mezcló un poco todo.
Pero sabemos el dónde: en la ciudad de Rávena.
Durante un siglo y pico más o menos, entre el s. V y el s. VI, Rávena es la ciudad más importante del mundo porque era la segunda capital del Imperio Bizantino. Era más importante que Roma, mirad lo que os digo.
Quizá no lo sabéis pero este «sigloypico» es la primera edad de oro del arte bizantino y se llevó a cabo bajo el emperador Justiniano: hay dos edificios que son los ejemplos mayores de este periodo.
Uno es Santa Sofía de Constantinopla, de la que no hacen falta presentaciones (creo). El otro es la iglesia de San Vital en Rávena.
Rávena, al convertirse en una ciudad tan importante, necesitaba sitios y patronos que la engrandecieran.
Por el ejemplo de Vital y su familia se decidió que la iglesia más importante, donde iba a rezar el emperador y todo su séquito, fuera dedicada a San Vital.
Lo que inspiró artísticamente este santo con su discreto ejemplo fue esto.
Los mosaicos de Rávena son 100% bizantinos fetén; «calité» suprema. El tema elegido para la decoración no puede ser más concluyente:
«Dios salvando a los hombres a través de la Eucaristía»
Presidiendo todo, en el centro, está la imagen que hay al principio de todo este escrito. Ese Cristo que es el sacrificio que vale de verdad, por el que hemos sido todos salvados, que se da siempre-siempre-siempre en la Eucaristía.
San Vital es lo más. Hay que quererle mucho porque su vida, ocurriese cuando ocurriese, desencadenó este tipo de maravillas e hizo que Rávena fuera el estandarte de la cristiandad durante mucho tiempo.
¿Por qué? Veis la cantidad de moñecos que hay representados, ¿verdad? Pues en cierta medida se los debemos a que Rávena se opuso a la «Querella iconoclasta» que vino desde oriente y que influenciada por el Islam prohibía que se representaran personas.
Cada vez que veáis en una iglesia la representación de un santo, o de un personaje bíblico, o de una virgen, pensad en Rávena, en Justiniano y, por supuesto, en San Vital.
Y eso que no os he enseñado el techo…