David Salaverría Bien, se puede decir: «vaya, hay doce apóstoles y la Iglesia va y coloca el mismo día la fiesta de dos; ¡anda que no hay días en el calendario para ponerles por separado!».
Como siempre, la Iglesia tiene una respuesta.
Existe una iglesia en Roma, de época bizantina (aunque de esa época apenas queda nada), que se construyó con una idea: que albergara los restos que según la tradición pertenecieron a Felipe de Betsaida y a Santiago, apodado el Menor, dos de los apóstoles de Jesús.
Dicho y hecho: la iglesia se construyó. Hoy en día es una iglesia barroca típica romana pero en su cripta la Orden de Malta custodia los restos de los dos apóstoles.
Por lo tanto, este hecho les unió para siempre. Que igual hasta Felipe y Santiago no se llevaban muy bien y tenían sus riñas. Pero por cosas de la Historia acabaron junticos.
El año de la dedicación de la iglesia (563) se instituyó el 1 de mayo como fiesta de estos apóstoles, el día que se trasladaron sus reliquias a Roma.
Pero hubo otro cambio, naturalmente: San Pío XII instituyó ya en el s. XX la celebración de San José Obrero este mismo día, 1 de mayo, y entonces, en ese momento, se trasladó la fiesta al 3 de mayo actual.
Y así, amigos es como actúa la Santa Madre Iglesia.
Hemos empezado por el final hoy. El principio nos hace remontarnos a la época del mismo Jesucristo: hoy hablamos de dos apóstoles.
«Bueno, sí, pero no son de los top, hermano, que apenas salen y a uno le llaman «el menor». Como sois.
Para empezar, no aparecen tan poco: a Felipe ya se le nombra en el capítulo 1 del evangelio de San Juan: «Al día siguiente (de su bautismo), Jesús quiso partir para Galilea. Se encuentra con Felipe y le dice: «Sígueme». Felipe era de Betsaida, de la ciudad de Andrés y Pedro».
Felipe se debió quedar bastante en shock porque el tipo vaya si le sigue; en el versículo siguiente ya está seguro de quién ha sido el que le ha dicho «SÍGUEME».
«Ese del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús el hijo de José, el de Nazaret». Esto se lo suelta Felipe a Natanael en la frase siguiente: en dos versículos hemos matado varios pájaros de un tiro; dos nuevos apóstoles, confesión de fe de uno a otro, reconocimiento de Jesús como Mesías y además ya sabemos de donde vienen.
De Galilea, de Betsaida, del grupillo de Pedro y Andrés, de la camarilla de Juan el Bautista.
San Juan Evangelista es que es un crack el tío, en dos versículos te cuenta el origen de los apóstoles.
A lo que íbamos. Felipe es el que sugiere en lo de los panes y los peces que va a estar complicado el asunto. Más adelante unos griegos le preguntan que les muestre a Jesús, pero el tío pasa del tema. Y poco después, durante la Última Cena es él mismo el que dice a Cristo que les muestre al padre.
No era el más listo de los apóstoles Felipe, como veis. Tenía un lío grande en la cabeza. Aún así fue elegido.
Los «listos» estaban en el otro bando.
Eusebio de Cesarea sugiere que murió en compañía de sus hijas en Hierápolis (actual Turquía) tras evangelizar Grecia y luego Frigia, y Clemente de Alejandría piensa que murió crucificado del revés. Benedicto XVI, en su libro «Los apóstoles y los primeros discípulos de Cristo» es del «clementeteam» y cree que dio su vida por este mensaje que acogió con tanta sencillez como se nos muestra en el evangelio de Juan.
Santiago, el menor, es un tipo más enigmático.
Hay que comentar que su nombre es, junto con Juan, de los más comunes entre los judíos de aquella época.
Hay «santiagos» por todos lados. En cada familia tenía que haber alguien con ese nombre porque deriva de hebreo Yakov, o Jacob, que, claro, es alguien importantísimo, y va pasando de generación en generación con sus variantes.
Sería muy rollo explicarlo pero que sepáis que nombres como Tiago, Yago, Jaime, Jacobo, Diego, además de los ya mencionados de Santiago o Jacob, provienen todos de la misma raíz. Y eso hablando del castellano.
Para volverse tarumba.
«Santiago, ve a por dátiles al ultramarinos». «¿Qué Santiago mamá?». Y así todos los días y en todas las casas hebreas.
Nuestro Santiago aparece en el evangelio como hijo de Alfeo (al que se le ha querido asociar a Cleofás, y por lo tanto su madre sería María de Cleofás, una de las «marías» que están al pie de la cruz según San Juan). Si esto es así sería nazareno, como el mismo Jesús. Por ello a veces se dice que «era pariente de Jesús».
Donde sí que aparece con renombre Santiago es en los Hechos de los apóstoles. De repente, nuestro amigo se ha convertido en el jefe de la iglesia de Jerusalén.
«Columna de la iglesia de Jerusalén» según San Pablo. Ojo al dato. Algo así como primer obispo de Jerusalén.
Con Pablo debió tener más que palabras (habrá que contarlo un día) pero hay una cosa en la que están de acuerdo: los que quieran entrar en la iglesia, los que se quieran llamar cristianos, y no sean judíos, no tienen que circuncidarse.
Aquí muchos de los griegos y demás gentiles respirarían aliviados porque someterse a una operación de fimosis siendo adulto en pleno s. I debía ser toda una experiencia.
Se le atribuye una epístola, la de Santiago, que ha sido muy atacada por su «poco estilo» y su terquedad. Yo creo que define muy bien al personaje: un hombre apodado «el menor», a la sombra de casi todo el mundo siempre, que acaba haciendo cosas sorprendentes por intercesión del Espíritu Santo.
Se dice que murió lapidado. Otras fuentes afirman que fue arrojado desde lo alto del templo poco antes de que este fuera destruido por Tito.
Para acabar me gustaría enseñaros una cosa: esta iglesia mozárabe que es un verdadero milagro al que se llega tras revueltas y revueltas en pleno Bierzo leonés.
Para mí esta iglesia mozárabe representa a estos dos apóstoles: un poco anónimos, a los que hay que llegar dando vueltas y revueltas, sencillos, un poco toscos, pero elegidos para la gloria eterna por gracia de Jesucristo.