15 de junio: San Vito

San Vito, como no podía ser de otra manera, es un santo siciliano martirizado durante el gobierno del emperador Diocleciano.

A Diocleciano, como a Troy McClure, le conocemos de otros episodios siempre como guest starring de malo malísimo anti cristiano.

A ver, que Diocleciano tampoco tiene la culpa de todo siempre, que alguien tiene que hacer este tipo de papeles antagonistas por los que ahora está de moda dar un Oscar en Hollywood.

De la vida de Vito, en verdad, sabemos poco. Hijo de un pagano siciliano, desde niño, no se sabe por qué frecuentó ambientes cristianos clandestinos.

Con 7 años pidió que le bautizaran, a espaldas de su padre, por supuesto, y debió pedirlo bien fuerte porque le pusieron como preceptores, una especie de padrinos, a Crescencia y Modesto, posteriormente también santos.

Algo verían en el chaval porque tras el bautismo fue un no parar milagrero que llamó la atención del gobernador Valeriano.

«Esto, a ver cómo te lo digo Vito, sé más discreto porque las autoridades están teniendo noticias que sanas a tullidos y a enfermos incurables y nos pillan… nos pillan y vamos al horno de Valeriano, que no es precisamente una panadería» le decían Modesto y Crescencia.

Estaban cagaos los cristianos sicilianos porque Valeriano era un depravado como Diocleciano y hacía perrerías indescriptibles a los cristianos por quedar bien con el poder, no por otra cosa.

Hubo un acontecimiento que colmó la paciencia del gobernador. Su hijo, por obra y gracia del Espíritu Santo, y del adolescente Vito que no paraba de predicar, se convirtió al cristianismo.

«Esto sí que no: que me traigan a Vito y a sus preceptores, voy a hablar con su padre Hylas y si no le mete en vereda ya lo haré yo» sentenció Valeriano.

Vito, Crescencia y Modesto fueron conducidos ante el gobernador y este intentó que renegaran de su fe y sacrificaran a los dioses romanos, que estaban pasados de moda ya bastante, todo sea dicho.

A Vito y sus preceptores estas cosas pues les daban bastante igual. «Pues os torturo» dijo Valeriano. Y lo hizo.

Mas no se sabe bien cómo pero un ángel les arrebató a los tres y los llevó a una isla de Lucania, cerquita de donde estaban y allí estuvieron predicando dale que te pego durante algunos años, pocos, cuando de repente, tampoco se sabe por qué (hay veces que pasan con estos santos con ángeles que les teletransportan) aparecen por Roma.

Fiel a su discreción, Vito y sus acompañantes entraron por todo lo alto en Roma: ni más ni menos que curando de una extraña enfermedad al hijo de Diocleciano, el emperador. Este niño estaba endemoniado y Vito le echó fuera estos malos espíritus.

La gente de Roma pues con diferencia de opiniones: «que sí, que ha librado al zagal de su mal pero que no sacrifican a Júpiter, que yo creo que lo que hacen es magia negra o algo peor, que son muy raros, que ningún dios, ni ese que dicen que se llama Cristo puede hacer tales cosas…» . Y así echaban la tarde en el foro.

Como lo de sacrificar a los dioses no iba con ellos, nuestro trío itinerante se enfrentó de nuevo a las torturas.

A Vito le metieron en un caldero con plomo, alquitrán y demás resinas pero salió como nuevo del baño.

Luego probaron metiéndolo en una jaula con un león pero este lo más que le hizo es lamerle los pies.

Ya un poco desesperados cogieron también a Crescencia y Modesto y les llevaron a los tres a descoyuntarles al potro pero cuando estaban en el asunto se desencadenó una tormenta con rayos y todo que dejó turulatos y calcinados a varios soldados romanos de Diocleciano.

«Esto es una cámara oculta, ¿verdad?» dijo Diocleciano.

Luego hay dos versiones: una es que les cortaron la cabeza y sanseacabó (cuando no había más recursos tiraban de lo fácil los romanos). La otra, que yo no me creo mucho, es que les volvieron a trasladar los ángeles a la isla donde estaban y que murieron allí.

A ver, el martirologio de San Jerónimo dice que son mártires así que vamos a creer la primera versión: Vito y sus preceptores fueron martirizados en el 303. Vito tenía 15 años.

Además los restos de los tres mártires se conservan en la Colegiata de Omegna, y cada último sábado de agosto, estos restos son sacados en procesión. No me digáis.

Hay además una catedral con el nombre de San Vito. Y qué catedral. Está en Praga y un fatimero, cuyo nombre omito, se perdió rodeándola durante la JMJ de Cracovia.

Y es que en Centroeuropa la veneración a San Vito es grande: hay tradiciones que llegan para quedarse y luego a ver cómo te las sacas de encima.

«¿Cómo llamamos a la catedral?» se preguntarían. «Hombre, San Vito estaría muy bien, ¿no?» . «Aprobado».