7 de agosto: San Alberto degli Abbati

Vamos a ser ordenados hoy y empecemos por el principio.

Alberto nació en Trapani, en el extremo oeste de la isla de Sicilia, en 1240.

Sicilia es el balón que golpea la bota de Italia y es una isla importantísima a lo largo de la Historia. Sí, de la Historia con mayúsculas. El punto rojo es Trapani

Sus padres, de los Abiatti de toda la vida, no habían podido tener hijos en 26 años de matrimonio pero le pidieron mucho a la Virgen del Carmen que si les otorgaba la gracia consagrarían al chaval a la Orden del Carmelo.

Como Sansón en la Biblia, vamos. Aunque la historia de Sansón es mucho más peliculera.

Y la Virgen pues se lo concedió así que ya de niño le metieron a Alberto en el convento de los carmelitas de su ciudad.

La gente comentaba: «pero, ¿habéis visto lo que hacen los Abiatti, que mandan al chaval tan jovencico al convento? Que decida cuando sea mayor, vamos, digo yo».

Pero los Abiatti eran gente de palabra y lo que habían prometido a la Virgen lo cumplieron. Ellos ya estaban felicísimos con su Albertito que sobresalía desde pequeño en los estudios y tenía una educación.

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Trapani no está mal como ciudad de vacaciones, ¿eh? Por aquí pasaron los cartagineses camino de las guerras púnicas (también los musulmanes y los normandos), el Emperador Carlos V la llamó «llave del Reino» y fue el sitio por el que desembarcó Garibaldi para comenzar la unificación italiana en 1860

Trapani se le quedó pequeño a Alberto y al ordenarlo lo mandaron a Messina, a predicar, porque los carmelitas en esa época eran mucho de predicar y sobre todo a los que eran de otras religiones. Eran cabezotas los carmelitas, un poco como los que te abordan en mitad de la calle para que te hagas de tal ong o que adoptes un dálmata cojo.

En ese plan pero bien, oye. Un respeto a los carmelitas.

Luego ya se acomodaron y eran más bien ermitaños, a semejanza del profeta Elías que se retiraba a rezar en solitario al monte Carmelo. Santa Teresa de Jesús era carmelita, para que os situéis. Carmelita Descalza para más señas, pero esa es otra historia.

Pero habíamos dejado a Alberto en Messina, que estaba llena de judíos, predicando. Convertir a un judío no es cosa fácil. Vamos, es que nadie en su sano juicio lo intentaba.

El tema es que Alberto empezó una serie de ayunos y oraciones que asustaban hasta a sus compañeros de lo duros que eran. Y cogió fama de místico y de milagrero bien pronto. Lo que nos gusta encasillar a la gente.

Archivo:Sansón matando al león - Pedro Pablo Rubens.jpg - Wikipedia, la  enciclopedia libre
Nuestro Alberto es un poco un Sansón del medievo. Aquí tenéis a Sansón desquijando al león (1628), versión Rubens. Mucho consagrado al Señor pero vaya vida que tuvo Sansón

La isla de Sicilia siempre ha sido muy golosa por su situación estratégica y el S. XIII no fue una excepción.

Al rey de Nápoles, Roberto de Anjou, se le antojó hacerse con Messina y cercó con sus naves la ciudad. Entended que no existía la ONU y no había Unión Europea en ese momento.

Lo más parecido era el Sacro Imperio Romano Germánico pero estaba de capa caída y Federico III de Sicilia, al que pertenecía la ciudad, decidió que ya que para él no iba a ser pues que para el rey de Nápoles tampoco.

«Voy a quemar la ciudad» se dijo ese brillante estratega.

«Quieto paraó» le contestó San Alberto, que ya era una celebridad en Messina. Mandó a misa a todo el mundo y se puso a rezar.

De repente llegaron tres navíos (representando a la Trinidad) con sus cañones y sus víveres y rompieron el cerco de la ciudad. La gente ya era una cosa muy loca con Alberto.

Hasta muchos judíos de la ciudad, que no eran pocos, se convirtieron por este y otros milagros que claro, los sicilianos son muy exagerados, no podemos tomar como verdaderos todos porque San Alberto Abiatti no era un X-men.

Messina, che esuberanza. Ha un fascino “spaziale”
Messina tiene dedicada una de las puertas de su ciudad a San Alberto Abiatti. A mí me parece hasta poco

Alberto Abiatti era una persona muy modesta y no tardó en hacer lo que un buen carmelita acaba haciendo: retirarse del mundanal ruido e irse de ermitaño.

Se fue a una ermita chiquitita que ya ni existe cerca de Messina y allí moriría en 1307.

En su entierro pasó según las crónicas una cosa bastante curiosa: en vez de un requiem de toda la vida un coro de voces misteriosas entonó el canto de «Os iusti meditábitur sapientiam» (la boca del justo habla sabiduría).

Y así se fue el bueno de San Alberto Abiatti.

A decir verdad nunca le han nombrado santo oficialmente, solamente en el S. XV le reconocieron digno de veneración. Yo creo que se olvidaron o que los sicilianos adornaron demasiado los milagros.

Eso sí. Tú dile a uno de Messina o de Trapani que Alberto Abiatti no es santo y no echó a los napolitanos a cañonazos en 1296…

Alberto degli Abati, il Santo che aiutò Messina - ilcarrettinonews
Hilo directo con la Virgen tenía San Alberto Abiatti. No hay más que hablar

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