Daniel Talavante Quisiéramos compartir con vosotros una posible celebración doméstica que podemos realizar en familia antes de la Cena de Nochebuena. Naturalmente, es algo opcional y abierto a modificaciones por parte de cada familia.
Celebración de la Nochebuena
Monición de entrada
El padre reúne a toda la familia en el salón de su casa. En ese momento se apagan todas las luces de la casa, quedando en la más absoluta oscuridad durante unos minutos. El padre aprovecha el momento de oscuridad para recordar cómo, antes de la venida de Cristo, el mundo entero estaba sumido en la más absoluta oscuridad del pecado, encerrados en sí mismos. También hoy nosotros podemos estar en esta misma oscuridad, sin ver nada, sin comprender el sentido de la historia que nos sucede. Sin vernos ni preocuparnos los unos por los otros, únicamente encerrados en nosotros mismos, tratando de sobrevivir como podemos al día siguiente. Si se cree conveniente, en medio de la oscuridad se puede narrar esta historia o bien simplemente seguir con el siguiente paso:
«Las fauces del infierno se abrieron y una inmensa bocanada de humo se alzó desde lo más hondo del averno, nublando poco a poco el cielo y la tierra y anegándolos de una insoportable oscuridad que fue apagando toda luz: la del sol, la de la luna y las estrellas. Lo peor de aquella oscuridad no era que ennegrecía el mundo, sino que cegaba también los corazones y las mentes de los hombres, que olvidaron la luz y retorcieron sus pensamientos, llevándoles al borde de una locura que parecía cordura.
Sólo unos pocos no dieron cabida a la tiniebla en sus corazones, y sufrían mucho porque recordaban la luz, la conservaban en sus corazones, pero todos sus intentos por traer su recuerdo a los hombres cegados era inútil.
En medio de la oscuridad, una pálida estrella brilló un día, antes del amanecer. Su luz, plateada como la luna, descendió suavemente sobre el mundo oscurecido, y los hijos de la luz, sorprendidos, acudieron a su encuentro. Las tinieblas cedían ante Ella mientras se acercaba a la tierra. Era la Dama de la Luz. Bella, pálida como una mañana de invierno, serena y brillante como una plata pura. Sonrió a los hijos de la luz y sus corazones se llenaron de una misteriosa paz. Por fin veían de nuevo un reflejo de la luz que anhelaban y su tristeza se convirtió en oración.
La luz de la Estrella Matutina fue creciendo en fulgor y los corazones de los hijos de la luz se llenaron de fuerza y de alegría. La esperanza volvió a brillar en sus corazones. Sintieron reavivarse en ellos la luz y que debían seguir brillando como cirios en medio de la noche. La Dama sonrió con un esplendor fulgurante que bañó de plata todo en derredor y dijo: ‘No temáis. Pronto amanecerá’«
(Adaptación de una historia del P. Jesús Silva)
Lucernario
Estando todavía a oscuras, la madre de familia junto con el menor de los hijos, sale del salón, mientras el resto continúa a oscuras. Fuera, enciende una vela y le entrega al niño pequeño la figurita del Niño Jesús. Juntos, madre e hijo, entran en el salón, en procesión hacia el Belén. La madre coloca la vela cerca del Belén y el niño coloca la figurita del Niño Jesús en el pesebre. Mientras, se puede tocar o reproducir un villancico (p. ej.: «La Estrella», que os dejamos a continuación). Durante el canto del Gloria o villancico elegido, se encienden todas las luces del salón.
Proclamación del Evangelio
(Lucas 2, 1-14)
El padre de familia proclama el evangelio del Anuncio a los pastores y, después, pueden cantar un villancico (p. ej.: «Gloria in excelsis Deo» o «Noche de paz», que os dejamos a continuación).
Diálogo y transmisión de la fe
La madre o el padre, o ambos, pueden en este momento dialogar brevemente con los hijos, explicándoles lo que ha significado para ellos en sus vidas, en su matrimonio, etc., recibir a Cristo en sus corazones; y lo importante que es para ellos que sus hijos descubran el amor gratuito de Dios, que desea hacerse hombre y ser adorado en el pobre pesebre de nuestro corazón. No importa la dignidad de este pesebre-corazón, la sola presencia de Jesús lo convertirá en el lugar más digno de la tierra. En el pesebre, todo mira a Jesús, todo está orientado hacia Él… así, nuestra vida no consiste en mirarnos a nosotros mismos, ni nuestros pecados, sino a Él; y confiar en su Promesa, que nacerá en nosotros si le decimos como su Madre: «Hágase en mí», sin temor por nuestra debilidad. Él es más poderoso que nuestros pecados y oscuridades, basta mirarle para ser rescatados y liberados por Él.
Bendición
A continuación, se pueden cantar unos villancicos y, seguidamente, el padre bendice a sus hijos y a su mujer, imponiendo sus manos sobre sus cabezas y haciendo la señal de la cruz en sus frentes. Luego, la madre bendice a su marido de la misma forma. Por último, el padre bendice a Dios por su familia, por sus hijos, por haberles dado la fe y por los alimentos que van a compartir en la Cena de Navidad, por todo lo que el Señor, gratuitamente y sin pedirnos nada a cambio, nos ha regalado durante este año. Es bueno pedir por los pobres y necesitados, en especial en este tiempo.
La Parroquia nos regaló también esta breve oración que la familia puede recitar a una sola voz para terminar la celebración:
Ven, Señor Jesús.
Prometiste estar en medio
de quienes se reúnen en tu Nombre
y estamos alegres porque
confiamos en tu Venida.
Ven a sentarte a nuestra mesa.
Ven a hacer nuevas todas las cosas.
Ven a poner en nuestros labios
palabras de sabiduría
para contar a otros lo que hemos visto.
Ven en la fuerza de tu Espíritu
para mantenernos firmes en la fe.
Quédate con nosotros y haz de nuestras vidas
un signo de esperanza para los demás.
Ven, Señor Jesús.
Amén.
Cena de Navidad y Misa del Gallo (o misa de Navidad)
Que el Señor os bendiga y os guarde.
Ilumine su rostro sobre vosotros y os conceda su favor.
Haga brillar su misericordia sobre vosotros y os conceda su paz.
Amén.