17 de septiembre: Santa Hildegarda de Bingen

Hoy hay que hablar de una mujer importantísima del S. XII.

Una mujer que desde niña estuvo siempre muy malita, que jamás aprendió a escribir y que apenas salió de las cuatro paredes del convento del que llegó a ser priora.

A la vez fue dotada de un don místico para las visiones inigualable, lo que le dio una fama tan grande que le permitió entrevistarse o cartearse con personajes claves de la época como San Bernardo, el papa beato Eugenio III o el emperador Federico I, apodado Barbarroja.

Esta es la historia de una monja y también es la historia de un misterio, aunque esto último siempre ocurre al hablar de un santo.

18 ideas de Románico Alemán | catedral, arte romano, arquitectura romana
Hildegarda nació cerca de Worms (Alemania), de la que enseñamos hoy su catedral, dedicada a San Pedro. Esta catedral comenzó a ser construida durante la vida de la protagonista de hoy y, bueno, ya veis que románico gastaban en la región del Palatinado…

Hablar de Santa Hildegarda es hablar también de sufrimiento y de dolor.

Primero porque durante los 80 años que vivió sufrió todo tipo de enfermedades y quebrantos.

Y segundo porque, un poco como le dice a Spiderman su tío Ben, «un gran poder conlleva una gran responsabilidad».

Así que para hablar también del sufrimiento cristiano quiero llamar al estrado a Emmanuel Mounier, y por descontado a su hija Francisca, de la que habla en una joyita de libro que se llama Cartas desde el dolor (1928-49).

Cartas desde el dolor - Ediciones Encuentro
Mounier relata en estas cartas dirigidas a amigos, familiares o personalidades su visión del sufrimiento desde una perspectiva cristiana. Una muy pura y esencial. Lo hace sobre todo apoyándose en la figura de su hija Francisca, que sufre una encefalitis severa desde niña, preguntándose sobre la posición del hombre ante esta perspectiva del dolor

Así que comienza diciendo:

Es necesario que hagamos algo por nuestra vida. No lo que los demás ven y admiran, sino la proeza que consiste en imprimir el infinito en ella…

A Madeleine Mounier, 1928

A Hildegarda, sus padres, la dejan con ocho años a las puertas del convento de Dissinberg, para que la cuidara una monja con fama de beata llamada Jutta.

Está la niña muy debilucha, y hay días que ni se puede levantar de la cama, pero Jutta observa algo muy peculiar en ella: que para conseguir lo que quiere apenas tiene que poner un pie en el suelo.

Cuando con 16 años toma el hábito benedictino comienza a experimentar visiones sobre todo tipo de cosas, pero al principio se las calla por vergüenza, el qué dirán, y sufre también por ello.

Porque no hay nada peor que sufrir en silencio.

Hildegarda de Bingen
Hildegarda aprende a leer en latín y a cantar los salmos pero no recibe una formación en ninguna ciencia ni nada por el estilo: aún así se la considera una experta en, ojo; ciencias naturales, filosofía, medicina, música y teología. Vamos a ver por qué

Mounier sigue a lo suyo:

Agradezco a Dios haber sufrido cuando llegó la ocasión… no hay nada como el sufrimiento para reconciliarse con las cosas y con la vida misma…

A Jacques Chevalier, 1929

Cuando muere Jutta, que no lo dije pero era la abadesa en Dissinberg, Hildegarda pasa a ser la nueva priora. Es el año 1136.

Tras aquello, las visiones o revelaciones se hacen muy frecuentes, muy intensas y son concretísimas.

Se lo cuenta a su confesor, Godofredo, y este le autoriza a que escriba las cosas que le chivan por intercesión divina.

Escribir es un decir, porque no sabe, así que tiene que dictarlas a otras hermanas para que las plasmen en pergamino.

Estas primeras visiones se recogen en Scivias (Conoce los caminos), que ve la luz en 1150 por intercesión de Bernardo de Craraval que la anima a que aproveche su don.

Ahí habla de todo tipo de cosas de las que en apariencia no tiene ni idea: comprende veintiséis visiones sobre las relaciones entre Dios y los hombres por la Creación, la Redención y la Iglesia, junto con algunas profecías apocalípticas, advertencias y alabanzas, expresadas en forma simbólica.

Todo muy completito.

Ermitiella: Hildegard Von Bingen. Visiones y percepciones.
«Apunta, hermana Clotilda, desde mi infancia he visto grandes maravillas que mi lengua no puede expresar, pero que el Espíritu de Dios me ha enseñado que debo creer«

Sabemos muy bien que la felicidad no basta para ser felices… la vida sobrenatural florecerá cuando nosotros la aceptemos en solitario: la desesperación es el gran pecado: es la negativa a sacar partido a las fecundidades del infortunio…

A Madeleine Mounier, 1932

Es la época en la que a Hildegarda le empiezan a llegar ofertas desde todos los lugares de Europa para entrevistarse con ella y aprender.

Es bastante reacia en un principio pero acepta que el poder que tiene no viene de ella en absoluto, que ni entiende lo que transmite, y por lo tanto si Leonor de Aquitania le pide consejo pues se lo da, si el Papa quiere conocerla pues va a Treveris a verle, si el emperador Federico Barbarroja está desvelao por nosequé pues le atiende también.

De esta manera lleva a cabo un deseo profundo que tenía: fundar otra abadía sobre la tumba de San Ruperto.

Se le da permiso, como para que no, y así nacerá la que será su morada para los restos: Rupertsberg, un monasterio en el que había hasta agua corriente en las celdas.

Eso se sabe por las crónicas de los que lo visitaron en el medievo y eso era posible porque Hildegarda sabía también de albañilería.

Esto es lo que queda del convento de Rupertsberg. En la Guerra de los Treinta años los suecos lo devastaron y el en el S.XIX se abandonó

La angustia se vale de nosotros a veces: hasta los santos dudan de todo. Ninguna luz se entrega sin esta noche… No se es decididamente grande hasta que la vida no te ha puesto en la prueba de negarte rotundamente algo que deseabas con todas tus ganas…

A Paulette Leclercq, 1934

Comienza la etapa de compositora de Hildegarda que para inaugurar el convento de Rupertsberg escribe una serie de himnos y demás para que los canten sus hermanas, que eran ya unas cuantas.

Además, escribe por intercesión divina las vidas de san Disibod y de san Ruperto, of course. Y realiza descripciones de temas de anatomía y astrología.

Muchas de estas revelaciones se verán reflejadas en algunos de los libros incunables (libros de antes de la invención de la imprenta) y miniaturas medievales.

Tenía para todos Hildegarda, que seguía con muchos males en el cuerpo, pero no paraba de dar información. «No te mueras nunca abadesa Hildegarda» le decía a coro toda la comarca.

Ya me diréis las cosas que inspiraba esta santa: muchas de las descripciones son de escenas del Apocalipsis, que se llegó a aprender de memoria

Qué sentido tendría todo esto si (Francisca) no fuera más que un pedazo de carne hundido, un poco de vida accidentada… Nuestra pequeña hija se transforma dulcemente en ofrenda, y nos transforma con ella… Nuestra niña, que se rompe lentamente para un amor más hermoso…

A Paulette Mounier, 1940

A Hildegarda y su convento le salieron enemigos por lo de siempre, eso tan antiguo como el hombre y la mujer, y que llamamos envidia.

«Que es que entierran en sus posesiones a gente excomulgada» decían desde la diócesis de Maguncia.

«Dejad de inventar que inventáis muy mal, que para eso hay que valer, que esas gentes se reconciliaron con Dios antes de morir» les contestaba por misiva.

Los obispos y señores gordinflones de la región la iban a decir a ella lo que estaba bien y lo que no…

Siguió recibiendo revelaciones sin parar y de escribir y escribir tratados a vuela pluma, dictados para los que necesitaba un ejército de secretarios.

Ver su bibliografía es una cosa que impresiona: se ha traducido a muchos idiomas si es que tenéis curiosidad.

Interior de la catedral de Maguncia: tela marinera la fortaleza-catedral que les salió

…conocer en cualquier caso la alegría de ganar una hija siempre enferma, la alegría de haber creído en la gratuidad de la gracia de Dios, la alegría de saber que no se niega el milagro a quien lo recibe por adelantado… No es posible que sea un azar, un accidente: ALGUIEN ha venido, era grande y no es una desgracia…

Conversaciones X, 1941

El 17 de septiembre de 1179 muere Hildegarda en su convento.

Enseguida, un tal Teodorico de Echternach, le escribe una biografía contando su vida, obra y milagros. Vaya tocho debió de ser.

Se abrió un período para la canonización pero no se llevó a acabo a pesar de que el pueblo la veneraba como santa. Se intentó de nuevo, siglos después, pero tampoco hubo manera.

Sus restos se quedaron en Rupertsberg hasta que lo destruyeron los suecos en 1632, y luego los trasladaron a Colonia, donde hoy están expuestos en un gran cofre-sarcófago.

No será hasta el año 2012 cuando su paisano, Benedicto XVI la inscriba oficialmente entre los santos y además, y de propina, la haga Doctora de la Iglesia. Recordad que sólo hay cuatro mujeres que tengan ese título: dos de ellas analfabetas.

La que celebramos hoy, además, como guinda, añadió el lúpulo que da sabor y conserva la cerveza. Así que podéis celebrar alegremente su fiesta yéndoos de cañas…

Hildegarda de Bingen, una pobre, mujer e ignorante. –
No ha acabado en mal sitio la santa de hoy

Francisca nos recuerda su clara lección de presencia oculta: recapitula todo el sentido de nuestra pobre vida. Si es cierto que alguna vez leemos nuestro secreto, que comprendemos alguna vez nuestro lugar, creo que yo he sido hecho para ser: ESTA ES MI GRACIA.

A Jacques Lefrancq, 1942

Emmanuel Mounier murió repentinamente en 1950. Su hija Francisca aguantó viva, y siendo un símbolo de esta gracia divina de la que no paraba de hablar su padre, cuatro años más.

Philosophica: Enciclopedia filosófica on line — Voz: Emmanuel Mounier
Emmanuel Mounier leyendo el periódico que el mismo creó: ESPRIT (Espíritu)

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