David Salaverría En septiembre de 2013, mientras se preparaban para la fiesta de la santa de hoy, doce monjas greco-ortodoxas del monasterio de Santa Tecla fueron secuestradas por el Frente Al-Nusra.
O lo que es lo mismo: por Al-Qaeda. O, dicho más claro y para que nos entendamos: por el llamado Estado Islámico, o ISIS, que estaba por la zona intentando ampliar territorio a la antigua.
Esto es; entrando en las ciudades, estableciendo la sharia y ajusticiando a los que se opongan.
Este monasterio del que sacaron a las monjas es un sitio ciertamente milagroso.
Maaloula es el último lugar en el mundo en el que se sigue hablando la lengua en la que hablaba Cristo: el arameo.
También es un sitio que presume de ser el lugar donde habitan los cristianos más antiguos de siempre.
En este monasterio de Santa Tecla, además, se veneran los restos, como no, de la santa que da nombre al lugar.
Y es que Maaloula significa entrada por esta santa de historia impresionante ya que se cuenta que, ya al final de su vida, cercada por sus perseguidores, Santa Tecla logró, gracias a la oración, penetrar (entrar) por la mitad del acantilado que cobija hoy el monasterio y así escapar (como tantas veces) de sus verdugos y de pasó terminar sus días en la tierra.
¿Qué pasó con estas monjas en manos del ISIS?
Pues por chanchullos entre Hezbolá, el presidente sirio Al-Assad y el Estado Islámico fueron liberadas en el Líbano.
En 2018 volvieron a su monasterio. Se lo encontraron tó tiraó. Todo chamuscado. La estatua de Santa Tecla rota en pedazos y agujeros de tiros por todos lados.
Estamos hablando de un conjunto de edificios construido en el siglo IV. Hoy, reconstruido de nuevo, se puede visitar. Lo tengo pendiente.
:format(jpg)/https://f.elconfidencial.com/original/e06/494/4d2/e064944d26c8f6eaad4b4e758ebed99a.jpg)
A mí esta historia me la contó una novia siria que tuve un tiempo y me fascinó la historia del lugar, que debe su existencia y su fama a una mujer del S. I que los ortodoxos melquitas (en Maaloula casi todos lo son) consideran igual a San Pablo.
Luego me enteré que la historia de Santa Tecla de Iconio tenía más chicha que el donsolomillón de Homer Simpson.
Y, aquí estamos, intentando contarla desde el final.
Empecemos con una verdad.
La historia de Santa Tecla está rescatada de un apócrifo del S. II llamado Hechos de Pablo y Tecla.
No es chafar el tema, sino hacerlo mucho más grande.
Probablemente todo lo que se relata en él esté entre magnificado e inventado. Yo me lo he leído porque es cortito y divertidísimo, y se cuentan unas cosas locas de verdad.
Pero, ojocuidao: San Agustín, San Epifanio, San Ambrosio y otros Padres de la Iglesia afirman que existió una Tecla a la que San Pablo convirtió a su paso por Iconio.
Y esta Tecla, con toda su leyenda detrás, hizo que Siria fuera cristianizada casi desde el comienzo del cristianismo. Y hace que hoy en día exista un sitio tan espectacular como la ciudad de Maaloula.
Nos situamos en Iconio, en la casa de Onesíforo. Pablo está dando un kerygmazo de los suyos y una asamblea de escogidos atiende sin pestañear.
Entre ellos está Tecla.
Pablo habla de la castidad. Tecla estaba prometida con un joven rico de la ciudad llamado Tamiris. Ambas familias estaban encantadas con el enlace: unos por los lereles que iban a ganar y otros porque Tecla debía ser una belleza sin igual.
Pero tras el discurso de Pablo, Tecla tiene clarísimo que ella lo que quiere es consagrarse a Jesucristo y seguir a Pablo por donde vaya.
La madre imaginaos: «cómo os gustan las moditas, de verdad… qué Cristo ni que ocho cuartos, que Tamiris es un partidazo, que nos echas el negocio para atrás, que…»
Todo Iconio diciéndole cosas para que no hiciese las locuras que decía que iba a hacer. Tamiris haciéndole regalos de los caros, las autoridades amenazándola, los sirvientes llorando…
No había manera.
Tamiris se desespera y denuncia a Pablo y sus actividades contra los dioses romanos.
A Pablo le azotan y le expulsan de la ciudad porque qué era eso de convencer a doncellas de que abandonasen a sus prometidos paganos.
A Tecla, por cabezona, la condenan directamente a la hoguera.
Pero cuando la están quemando se produce una tormenta, en plan las DANA´s que llaman ahora, apagando el fuego y haciendo huir a los verdugos.
Tecla se dijo: «pues muy bien, me voy a Antioquía con Pablo». Y se fue.
Allí está tan contenta que no se da cuenta que con su gracia y belleza natural está seduciendo sin querer a Alejandro, un mandamás de la zona.
Alejandro no se puede contener e intenta forzarla pero debía ser un enclenque porque Tecla se sacude el manto y el tipo se mete un trompazo contra el suelo quedando en ridículo delante de sus amigotes.
El gobernador de Antioquía era amigo de Alejandro y este le pide justicia. «Yo sólo quería divertirme un poco, hombre ya, ¿pero esto qué es?» le dijo.
Así que por quitárselo de encima el gobernador decreta que Tecla sea devorada por las fieras.
Un poco exagerado me parece…
Resultó que le soltaron leones pero lo único que hicieron fue lamerle los pies.
«Veganos perdidos son estos leones» dijo el gobernador. «Llevadla al estanque de los lobos marinos» que ya me diréis que hacían unos lobos marinos en Siria en el S. I.
Pero en el estanque lo único que hizo Tecla fue bautizarse, que con las prisas todavía no lo había hecho. Lo hizo ella así misma mientras los bichos miraban.
Como último cartucho la conducen al anfiteatro y le sueltan a los toros.
A ver qué va a pasar ahora, diréis. Pues, a ver, en Antioquía Tecla se había hecho amiga de la princesa Trifaena (que existió, ¿eh?, prima segunda del emperador Calígula) y la había convertido a base de bien. Trifaena era de las personas más importantes de la ciudad y cuando ve a los toros, de la impresión, se desmaya, y como todos se dan cuenta de eso, Tecla aprovecha, abre la puerta del anfiteatro y se va.
Oye, espectáculo había habido. Nadie pidió que le devolvieran el dinero de la entrada.
Tecla busca de nuevo a Pablo y cuando lo encuentra en Myra este le dice que ya no tiene más que decirle ni enseñarle.
Que a partir de ahora en solitario los dos.
Por este tipo de cosas los ortodoxos ven a Santa Tecla a la altura de los apóstoles. Porque hasta a San Pablo le sorprendían sus poderes.
Empieza su época milagrera, que la llevará de nuevo a Iconio, pero como curaba gratis a base de milagros que la concedía hacer el Espíritu Santo los médicos de la ciudad la denuncian y se recluye 72 añazos en una cueva.
¿Dónde está esa cueva?
Sí, lo habéis adivinado, en Maaloula.
Los médicos celosos, además de muchos otros, siguieron persiguiéndola toda la vida sin encontrarla pero tras esos 72 años un chivatazo les puso sobre alerta de dónde estaba.
Rápidamente mandaron una cuadrilla de energúmenos para que la violaran y luego la mataran.
Que ya hay que ser… más de 100 años tendría ya Santa Tecla.
Cuando la encontraron en la cueva, al lado de la montaña, estaba rezando. No levantó ni la vista. El relato de los Hechos cuenta que cuando iban a abalanzarse sobre ella, la roca se abrió, y por ese resquicio escapó la santa, pero esta vez para reunirse con Cristo, en el Cielo.
Esta historia de Santa Tecla es más importante de lo que parece para nosotros.
Nos habla de un tiempo pretérito y olvidado que ya no existe, entre la fábula y la realidad.
De un tiempo donde el Cristianismo no se llamaba ni Cristianismo.
De alguna manera hay que comprenderlo.
Esta clase de relatos ayudaron mucho a los cristianos primitivos pues entroncan con la realidad palpable de que para Dios nada hay imposible.
Exponer las ideas de San Pablo no debían ser cosa pequeña, y esta manera de hacerlo hizo que el mensaje de los apóstoles prosperase y se hiciera grande.
A ver cómo le dices tú a una monja secuestrada por el ISIS que Santa Tecla no es verdad o que su monasterio en el que todavía hablan arameo es una antigüalla sin sentido.
La HISTORIA nos pone a todos en nuestro sitio.