4 de noviembre: San Carlos Borromeo

La movida de San Carlos Borromeo es gordísima.

Abarca tanta tela que conviene ir por partes.

Tratándose de un italiano, conviene empezar por la famiglia.

Como vamos a ver, en este caso, la familia es muy importante para entender quién fue Carlos Borromeo.

Su padre fue el conde Gilberto Borromeo pero es que su madre era, nada más y nada menos, que Margarita de Médici.

Los Médici, en la Italia del Cinquecento que hoy nos atañe, son lo más de lo más.

Dos fríos datos para entender esto: uno; si viajáis a Florencia poco habrá de todo el arte que veáis que no haya salido, en parte, de los bolsillos de los Médici (Lorenzo de Médici, sin ir más lejos, fue mecenas de Miguel Ángel, palabras mayores). Y dos; de esta familia saldrán cuatro papas durante el S. XVI (además de dos reinas en Francia).

Palacio Médici Riccardi, Que Visitar, horario, precios y ubicación en  Florencia
Palacio Médici-Ricardi (1444) en Florencia, realizado por Michelozzo. Ese almohadillado, qué cosa más estupenda que es

Uno de esos papas Médici, Pío IV, era hermano de la madre de nuestro santo de hoy.

Así que sigamos por ahí la pista.

Pío IV fue elegido en el cónclave más largo del siglo, el día de Navidad del año 1559.

Su predecesor, Pablo IV, se había enemistado con media Europa católica, ya que la otra media, prácticamente, era ya luterana. Así que le tocó a Pío IV (no os lieis con los nombres, por favor os lo digo) enmendar el batiburrillo aquel.

Hizo las paces con Felipe II y con su prima, la reina francesa Catalina de Médici, y comenzó a nombrar a gente de su confianza.

«Como todo el mundo» me diréis. Bueno, sí y no, el tema es que elegía para los cargos a gente de su familia, y eso, amigüitos, se llama nepotismo.

Sobre todo cuando colocas en los cargos más fetén a auténticos merluzos.

Portrait of Pope Pius IV, three-quarter-length, seated at a draped table (Circle of Scipione Pulzone).jpg
Vaya retratito se marcó Scipione Pulzone de Pío IV. Es una cosa espectacular hacer zoom a la barba y, oye, qué manos

Así que por un lado tenemos a un papa nepote y por el otro tenemos a un sobrino estudioso en Pavía doctorándose en Derecho: civil y canónico.

Y con notazas.

No hace falta que os diga qué pasó.

«Vente a Roma, Carlos, querido, que tengo una montada importante y no me fío más que de la familia, y no de todos». Así que Carlos, con 22 años, marcha a Roma y su tío le nombra de todo lo habido y por haber. Repasemos:

Legado de Bolonia, de la Romaña y de la Marca de Ancona, así como protector de Portugal, de los Países Bajos, de los cantones católicos de Suiza y además, de las órdenes de San Francisco, del Carmelo, de los Caballeros de Malta y otras más.

Y no quedó ahí la cosa: protonotario apostólico y referendario de la Signatura, miembro de la consulta para la administración de los Estados Pontificios, abad comendatario de Nonántola, san Gallo di Moggio, Serravalle y Santo Stefano del Corno, cardenal administrador de la diócesis de Milán; cardenal diácono con el título de los santos Vito y Modesto, cardenal diácono de San Silvestro e Martino ai Monti.

Y creo que ya.

Para mí que a Pío IV se le fue un poco la mano…

Lista de Papas: Quantos Papas a Igreja Católica Teve Até Hoje?
Lo del nepotismo fue una constante durante la época, aquí Sixto IV, un franciscano, haciendo de las suyas con las familias Riario y Platina, nombrando a Bartolomeo Platina prefecto de la Biblioteca vaticana. El cuadro es de Melozzo da Forlí, en 1477. Vaya cargos rimbombantes que se inventaban, un poco como ahora

Pero Pío IV, que como vemos tuvo sus cosillas, se dispuso a cerrar un melón que llevaba unos años abierto y que tenía hecha unos zorros a la Iglesia; que fuera de la pompa y circunstancia no tenía clara su misión.

Se dispuso a terminar el Concilio de Trento, que sus predecesores no lograron culminar porque no se ponía nadie de acuerdo allí.

Casi veinte años para dar una respuesta a la herejía luterana que se apoderaba de las almas (y ya de paso, de los territorios) en todo el norte de Europa.

Ya estaba bien.

«Carlos, sobrino mío, ayúdame en esto que yo sin ti no puedo: si no son unos son los otros, se pegan, se insultan, se amenazan. Hay que hacer algo» le dijo Pío IV a nuestro Carlos Borromeo.

«Pa eso estamos, Su Santidad».

San Carlos Borromeo puso del mismo bando a cardenales que dudaban si lo de Lutero era herejía o no. Utilizó toda su astucia y contactos para conseguir que todos firmaran lo que había que firmar

Lo que supuso Trento es un poco, salvando las distancias, lo que ha supuesto para nosotros el Concilio Vaticano II.

Se nombraban sacerdotes y obispos sin preparación ninguna. La Curia estaba llena de amancebamientos (siendo finos, ¿eh?, no vamos a ponernos demasiado punzantes), la gente sencilla no tenía formación alguna de lo que realizaba en las misas y sacramentos y los reyes más poderosos se aprovechaban de esta ineptitud.

Y paro, porque habrá que volver con otros santos al Concilio de Trento.

El tema se zanjó en 1563, rechazando de lleno la Reforma protestante y haciendo especial hincapié en lo que hoy creemos: presencia real de Cristo en la Eucaristía, justificación por la fe pero también por las obras, conservación de los siete sacramentos, las indulgencias y la veneración de la Virgen María y los santos.

San Carlos Borromeo. (El hombre del Concilio de Trento)
Así que Carlos, que era cardenal de Milán pero ni estaba ordenado sacerdote se tuvo que ordenar ese mismo 1563 (por orden, básicamente suya) y volvió a su diócesis con ganas de hacer cosas: se hizo unos ejercicios espirituales de San Ignacio, que estaban muy de moda, y dejó Roma

Cambió de vida, vaya.

Puso en práctica esta Contrarreforma (así se conoce un poco vilmente) en Milán con mucho esfuerzo porque los inicios son siempre complicados.

Tuvo que meter a la gente en vereda.

Inició catequesis, predicó sin parar (aunque, cuentan, no se le daba demasiado bien) y no dudó en excomulgar a quien había que excomulgar.

Poco a poco se convirtió en un hombre sin miedo, sin las ataduras de tanto amiguete en las altas esferas, muy libre con algo en lo que finalmente creía.

El seminario de Milán se convirtió en uno de los mejores de Europa debido a cambios que el mismo realizó. Le intentaron confrontar con los papas que siguieron a su tío pero no lo consiguieron: «tú eres mejor que esos papas de Roma, Don Carlos, hazles frente» le tentaban.

Pero la vida que llevaba en ese momento: de oración continua y actividad frenética en pos de las almas perdidas le hicieron de escudo.

San Carlos Borromeo - 4 de noviembre - ZENIT - Espanol
Quién me ha visto y quién me ve

En 1583 dio la comunión al que posteriormente sería San Luis Gonzaga.

Y pocos meses después, debido a los sobre esfuerzos que realizaba, murió con 46 años.

Al papa de entonces, Clemente VIII, le llegó una misiva de Milán que decía que no celebrasen una misa de requiem, sino una solemne y a tope.

Que nada de penas.

En 1610 fue canonizado.

Lepanto1
En 1571 se celebró en Lepanto «la más memorable y alta ocasión que vieron los siglos, ni esperan ver los venideros» según lo que dejó escrito Cervantes en una de sus Novelas ejemplares. El Concilio de Trento fue clave para poner a toda la cristiandad de acuerdo en esto: sus buenos rezos se echaría San Carlos Borromeo aquel 7 de octubre. Al mando de la Armada cristiana un hijo ilegítimo del Emperador Carlos I, Don Juan de Austria, que contaba 24 primaveras. Nadie en Europa ha celebrado el 450 aniversario que se ha cumplido este año…

Acabo con un supermega Bonus-track.

No podía ser de otra forma porque vamos a hablar de Francesco Borromini.

A San Carlos Borromeo lo enterraron en Milán, en el duomo, pero existe una iglesita en Roma dedicada a él que es un primor.

Yo la visité con mi amigo Juan Alcalde un agosto de hace unos añitos y estábamos solos. Si vais por la Via Quirinale, os la vais a encontrar en una plaza que no es ni plaza, y eso que tiene en cada esquina una fuente.

Se llama San Carlo alle quattro fontane (llamada San Carlino por ser diminuta).

Se la encargó a Borromini la orden de los Trinitarios Descalzos, una escisión española de los Trinitarios originales; monjes que vivían en una pobreza extrema y se intercambiaban por presos en las cárceles argelinas u otomanas.

Gente de otra raza: tanto los Trinitarios como Borromini.

Y se tuvieron que encontrar para esto. Observad.

San Carlo alle Quattro Fontane - Front.jpg
La fachadita ya tiene lo suyo y eso que la terminó un sobrino de Borromini un poco a su manera (a los más puristas no les mola cómo la dejó, a mí sí) después de que el bueno de Francesco se quitara la vida clavándose una espada
La cúpula es ya de otra galaxia. Literal; es como si estuvieras en una nave espacial, pero del S. XVII. Esto, niños, es el Barroco más top que os vais a encontrar

En fin, me quedaría hablando de San Carlino todo el día. También de Carlos Borromeo, incluso de los Borromeo actuales, que están emparentados con la familia real monegasca.

Pero creo que por hoy es más que suficiente. Arrivederci!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.